Hoy vamos a poner el foco de atención en la educación emocional, centrándonos especialmente en dos aspectos: cómo afecta la educación emocional que recibimos durante la infancia en nuestro futuro y el papel que juega la educación emocional en el ámbito escolar.
En primer lugar, cabe destacar lo que es la inteligencia y la educación emocional. La inteligencia emocional, según Daniel Goleman, un investigador y periodista que centró la atención de todo el mundo, describe la inteligencia emocional como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los otros, de motivarnos y de manejar bien nuestras emociones en nosotros mismos y en nuestras relaciones. Es la capacidad de aprovechar las emociones de la mejor manera y combinarlas con razonamiento para llegar a buen puerto”.
Por un lado, es importante saber que las emociones son un impulso de nuestro sistema nervioso, que duran pocos segundos y las cuales no podemos controlar; mientras que los sentimientos se prolongan durante más tiempo y se pueden controlar en cierta manera. Por ejemplo: si tú estás enamorado de una persona puedes focalizarte en la parte positiva de lo que estás sintiendo o centrarte en los aspectos que menos te gustan, y esto hace que el sentimiento se incremente o disminuya. En tanto que, si tú por ejemplo le tienes miedo a un perro, por mucho que trates de evitarlo no vas a poder suprimir esa tensión.
Por otro lado, la educación emocional es una innovación educativa que responde a necesidades sociales no atendidas en las materias académicas ordinarias; según Rafael Bisquerra, licenciado en pedagogía y psicología, y gran promovedor de la educación emocional en nuestro país.
Diversos autores y estudios confirman que, cuanto mayor es el desarrollo emocional, mayores habilidades sociales, menor número de conflictos y conductas disruptivas, mejor convivencia escolar, mejor rendimiento académico y, por tanto, mejor desarrollo integral del niño.
La educación emocional en el ámbito escolar:
En 1993 ni siquiera existía el término de educación emocional, el cual fue introducido por Bisquerra a finales de los años noventa. Desde este momento ha existido un avance en este tema, pero esto es una carrera de fondo en la cual hay que estar evolucionando y trabajando constantemente. En España, se incluye la educación emocional en el curriculum junto con el resto de contenidos que se deben tratar en el ámbito escolar, pero de manera transversal; lo que a simple vista parece que no es suficiente.
A diferencia de otros países, como por ejemplo Finlandia, en los cuales existe una asignatura específica sobre educación emocional, que se refleja en diferentes situaciones de la vida cotidiana. Como por ejemplo, que los/as niños/as puedan ir andando solos desde una temprana edad al colegio sin temor a que les pase nada malo. Esto es gracias al respeto y civismo de esa sociedad, que se transmite a través de la educación en sus diferentes vertientes, entre ellas la educación emocional.
Además, cabe destacar que, hasta 2016 solo existía la asignatura de educación emocional en la Universidad de La Laguna, en Tenerife, algo que ha cambiado con el tiempo, incluyendo esta asignatura en varias universidades de nuestro país.
Las consecuencias de la educación emocional en la vida adulta de las personas:
Los/as niños/as durante la infancia tienen una mayor plasticidad cerebral, por lo que es el momento idóneo para sentar una base sólida en el tema de la educación emocional. Aunque es importante tener en cuenta que durante esta edad los/as niños/as no van a razonar lo que le estamos transmitiendo; sino que unicamente repetirán los patrones que nosotros/as le planteemos de manera mecánica. Es durante la adolescencia, la etapa en la que los/as niños/as comienzan a tener más consciencia y a cuestionarse lo que tratamos de enseñarles, por lo que esta sería la etapa más crucial para trabajar la educación emocional. Esto le servirá para enfrentar las diferentes situaciones que se le vayan presentando a lo largo de su vida. A través de la educación emocional conseguimos que los/as niños/as puedan entender lo que sienten en cada momento y que sepan cómo actuar ante cada una de esas sensaciones.
Una persona que reciba una educación emocional de calidad desde su infancia va a poder gestionar mejor las adversidades que se le presenten a lo largo de su vida. Por ejemplo, ante una mala noticia, como podría ser suspender un examen; una persona que tenga una buena educación emocional va a ser capaz de afrontar este tipo de situaciones con mayor calma y va a poder sacar un aprendizaje de ellas. Mientras que, alguien que no haya recibido una buena educación emocional durante su infancia es más probable que se frustre y no sepa reaccionar de una manera adecuada.
Por último, pero no menos importante, cabe destacar que a través de la educación emocional también se establece la empatía; algo esencial para entender cómo se sienten las demás personas y para transmitir lo que pensamos y sentimos de forma correcta, poniéndonos en el lugar de la otra persona e intentando entenderla.
Bibliografía
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